martes, 21 de marzo de 2017

16 Imperios y reinos en África

16 Imperios y reinos en África

Cuando los exploradores europeos estudiaron por primera vez las ruinas de la Gran Zimbabue a finales del siglo XIX, estuvieron convencidos de que este enorme complejo palaciego real, con sus altas murallas y torres de piedra, no pudo ser obra de los africanos locales. Afirmaban que las ruinas debían ser obra de fenicios o árabes, y surgieron historias que relacionaban el yacimiento con las fabulosas minas del rey Salomón y la reina de Saba.

Simplemente no encajaba en el proyecto colonial europeo considerar a los africanos negros capaces de desarrollar una sociedad con la riqueza y la complejidad necesarias para producir semejante magnificencia.

Hubo una sensación de incredulidad similar cuando los europeos se encontraron las sorprendentes cabezas de cobre de Ife, en lo que ahora es el suroeste de Nigeria. Tanto estética como técnicamente estas estatuas, datadas entre los siglos XII y XVI, superaban o igualaban lo que se estaba produciendo en Europa en la misma época. Pero al acumularse las evidencias arqueológicas, tanto en Ife como en Gran Zimbabue, quedó claro que en ambos lugares habían florecido reinos indígenas prósperos y poderosos durante la época de la Edad Media europea. Y éstos eran sólo dos de una serie de reinos e imperios ricos que crecieron en el África subsahariana durante la era precolonial.

«Entre las minas de oro de las llanuras del interior… existe una fortaleza de piedra de dimensiones maravillosas…».

Vicente Pegado, capitán de la guarnición portuguesa de Sofala en la costa de Mozambique, ofrece la primera descripción europea del Gran Zimbabue, 1531.

La cuna de la humanidad. Fue en África donde evolucionaron nuestros primeros ancestros humanos hace unos cuatro millones de años. Dos millones de años después, el Homo erectus, una primera especie humana, empezó a extenderse fuera de África, llegando a Europa y el este de Asia. Los humanos modernos, Homo sapiens sapiens, también se desarrollaron en África hace unos 200 000 años. Desde hace unos 100 000 años algunos de estos humanos modernos empezaron a emigrar a Europa y Asia, y desde allí llegaron a Australia, Oceanía y América.

África se vio afectada por un cambio climático después de 5000 a. C., que propició la formación del desierto del Sahara. Esto creó una barrera física entre los pueblos a ambos lados del mismo, y aquellos que vivían al norte del desierto cayeron dentro del ámbito del Mediterráneo y de Oriente Próximo. Su historia está mezclada con la del antiguo Egipto, de Cartago, de los imperios de Alejandro Magno, Roma, los árabes y los turcos otomanos.

Por el otro lado de la gran división, la evolución fue en líneas generales independiente. Hacia 4000 a. C. las comunidades agrícolas se habían establecido en las sabanas del Sahel, la zona justo al sur del Sahara, la fundición del hierro surgió en África oriental en el I milenio a. C., y algunos asentamientos importantes crecieron con el impulso del comercio con los nómadas del desierto en el norte y los pueblos de las selvas en el sur.

Entre hace 2000 y 1500 años las comunidades agrícolas de la Edad del Hierro iniciaron su expansión hasta el sureste desde África oriental, en lo que se conoce como la migración bantú. Los cazadores-recolectores indígenas del sur fueron marginados: los pigmeos de África central se refugiaron en las densas selvas tropicales, mientras que los san (bosquimanos) de África austral quedaron confinados al desierto del Kalahari.

Cronología



«Aquí hay gran cantidad de médicos, jueces, sacerdotes y otros hombres instruidos, que se mantienen espléndidamente a costa y a cargo del rey».

León el Africano, «Descripción de África», 1550, describe Tombuctú, la capital del imperio de Malí.

Contactos culturales. En algunos lugares tuvieron lugar contactos entre el África subsahariana y los pueblos del norte. El Nilo proporcionó un enlace entre el Egipto de los faraones y los pueblos de piel más oscura del sur, en Nubia (norte de Sudán). Nubia fue conquistada por los egipcios a principios del II milenio a. C., y algunos de los faraones posteriores fueron en realidad de origen nubio. Fueron los nubios los que, alrededor de 100 d. C., establecieron el reino de Auxum a lo largo de la costa del mar Rojo. Inicialmente Auxum también gobernó sobre parte de Arabia, pero más tarde los gobernantes penetraron más en el interior para formar el reino de Abisinia en lo que actualmente es Etiopía. Abisinia adoptó el cristianismo en el siglo IV d. C. y tuvo éxito en el mantenimiento de su identidad e independencia contra la influencia árabe-musulmana y la invasión europea hasta la ocupación italiana en 1935-1941.

En otras partes de África empezó a dominar el islam. Después de extenderse con rapidez por el norte del continente en el siglo VII, comenzó a filtrarse hacia el sur a través de las rutas del comercio transahariano, y se estableció en el Sahel en el siglo XI. Los marineros árabes también extendieron su religión y cultura por la costa oriental de África, donde establecieron una serie de puestos comerciales como Mombasa.

Oro, marfil y esclavos. Fue el comercio del oro con los árabes en la costa de África oriental lo que proporcionó la riqueza necesaria para construir la Gran Zimbabue en los siglos XIV y XV. La exportación de oro, marfil y esclavos a través de las rutas de las caravanas transaharianas también cimentó la riqueza y el poder de una serie de imperios y reinos que dominó sucesivamente África occidental y el Sahel. Desde el siglo VIII al siglo XI, el imperio de Ghana se extendió sobre partes de las modernas Mauritania y Malí, y se decía que sus gobernantes podían reunir un ejército de 200 000 hombres. En los siglo XIIIal XV, el imperio de Malí dominó la cuenca alta del río Níger y hacia el oeste llegó hasta la costa del Atlántico. Otros imperios le siguieron: el songhai en los siglos XV y XVI, que fue incluso más grande que el de Malí; y bornu, centrado alrededor del lago Chad, que alcanzó su cénit en el siglo XVII.

La munificencia de Mansa y Musa

Tal era la riqueza del imperio de Malí que cuando su devoto gobernante, Mansa Musa, realizó la peregrinación a La Meca en 1324 llevó consigo a decenas de miles de seguidores —soldados, esclavos, esposas y funcionarios de la corte— junto con 100 camellos, cada uno de los cuales cargaba 45 kg de oro. Cuando llegó a El Cairo, gastó tanto oro, «inundando la ciudad con su amabilidad», que se disparó el coste de bienes y servicios, a la moneda local le costó varios años recuperar su valor.

El comercio de esclavos aumentó exponencialmente cuando en el siglo XV los portugueses establecieron puestos comerciales a lo largo de la costa atlántica de África. A los portugueses les siguieron los holandeses, los franceses y los ingleses, y una serie de reinos africanos del interior —Benín, Oyo y Ashanti— florecieron en parte al satisfacer la insaciable demanda de esclavos. El comercio de esclavos —mediante el cual millones de africanos negros fueron embarcados hacia el otro lado del Atlántico para trabajar en las plantaciones del Nuevo Mundo— tuvo un efecto inmensamente destructivo sobre la sociedad tradicional africana. Este «holocausto africano», como se le ha descrito, dejó el continente maduro para la ocupación colonial europea a finales del siglo XIX.

Sólo unos pocos reinos africanos —como los ashanti en África oriental y los zulúes en África austral— fueron capaces de ofrecer una resistencia efectiva, y al final también fueron aplastados.

La idea en síntesis:
imperios ricos y poderosos florecieron en su momento en lo que los europeos llamaron «el continente negro»

Cronología


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