jueves, 16 de marzo de 2017

15 Incas y aztecas

15 Incas y aztecas

La gente de la Europa medieval tenía alguna idea de la existencia de otras culturas importantes y de gobernantes poderosos además de los propios: los sultanes y califas del mundo musulmán, el Gran Khan de las estepas, el emperador de Catay. Pero no tenían ni idea que hacia el oeste, al otro lado del Atlántico, más allá del sol poniente, existía un gran continente donde florecían civilizaciones de una riqueza y brillantez inimaginables.

La ironía es que cuando tropezaron con estas civilizaciones —las de los incas y los aztecas—, un puñado de aventureros europeos fueron capaces de destruirlas en sólo unos pocos años.

Los primeros humanos llegaron al norte del continente americano desde el este de Asia en algún momento durante la última glaciación, cuando los dos continentes estuvieron unidos mediante un puente terrestre. Esta migración pudo tener lugar lo más pronto hace unos 25 000 años y desde luego no fue después de 8000 a. C., cuando la elevación del nivel del mar cubrió el puente terrestre que cruzaba el estrecho de Bering. Después de eso, los asentamientos humanos se extendieron con rapidez por América en dirección sur. El inicio de la agricultura se puede rastrear en el VII milenio a. C. en la región andina de América del Sur, extendiéndose desde allí a otras partes del continente.

Primeras civilizaciones. Cuando los excedentes agrícolas permitieron que las sociedades fueran más complejas, aparecieron los primeros grandes centros ceremoniales en Mesoamérica y los Andes.

Algunos de los monumentos más sorprendentes —incluyendo plazas, pirámides y colosales cabezas de piedra— fueron los construidos alrededor de 1200 a. C. en la costa caribeña de Mesoamérica por el pueblo olmeca. Los centros ceremoniales crecieron hasta convertirse en ciudades-templo organizadas de forma geométrica siguiendo principios astronómicos, como Tiahuanaco en los Andes y Teotihuacán en el valle de México. En el I milenio d. C. Teotihuacán tenía una población de alrededor de 200 000 habitantes, mucho más que cualquier ciudad europea de la época, excepto Roma antes de su caída. A finales del milenio Teotihuacán, junto con las grandes ciudades-estado del pueblo maya en la península del Yucatán, habían sido abandonadas, por razones que no están del todo claras.

Las líneas de Nazca.

El desierto de Nazca en Perú está cubierto de cientos de gigantescas figuras lineales. Algunas son simplemente figuras geométricas mientras que otras representan animales como monos, oreas, lagartos y colibríes. Estas figuras misteriosas fueron creadas durante un período de cerca de 1000 años, desde alrededor de 200 a. C. hasta 700 d. C., y se realizaron mediante la retirada de las piedras oscuras de la superficie del desierto, dejando a la vista el suelo más pálido que se encuentra debajo. Son tan grandes que su contorno sólo se puede ver desde el aire, de manera que los que las crearon nunca las pudieron ver enteras. Sin embargo, el método para hacer estas figuras gigantes no es complejo, y es posible que se usasen para diversos rituales chamánicos, durante los cuales los participantes avanzarían por las líneas antes de realizar las ofrendas a los dioses.

Muchas de las características perdurables de las culturas mesoamericanas tuvieron sus orígenes en estas primeras sociedades. En el corazón de sus ciudades y centros ceremoniales se levantaban majestuosas pirámides-templo escalonadas. También existía un gran interés en la astronomía y el calendario, y en especial los mayas desarrollaron sistemas matemáticos sofisticados, como la notación posicional para los números, así como una forma de escritura que seguía en uso en Mesoamérica en el momento de la conquista española. Finalmente, existía la práctica de sacrificar humanos para propiciar a los dioses sedientos de sangre y para asegurar el ciclo de las estaciones. «Cuando sacrifican a un desdichado indio», escribía un testigo presencial europeo en el siglo XVI, «le abren el pecho con cuchillos de piedra y le arrancan el corazón aún palpitante…». Los sacrificios humanos también eran característicos de algunas de las culturas andinas.

Cronología



«Muchos señores caminaban delante del gran Moctezuma, barriendo el suelo donde iba a pisar y extendiendo telas sobre él, de manera que no tuviera que pisar la tierra».

Bernal Díaz del Castillo, «Historia verdadera de la conquista de la Nueva España», década de 1560,describiendo el desfile del emperador azteca.

Los últimos imperios. Cuando los europeos llegaron al continente americano a principios del siglo XVI, dos grandes imperios ocupaban grandes extensiones territoriales. Gran parte de Mesoamérica estaba bajo el control de los aztecas, mientras que la región andina, desde Ecuador hasta el norte de Chile, estaba gobernada por los incas de Perú. Los aztecas fueron los últimos de una serie de estados guerreros que dominó Mesoamérica en la época precolombina, y desde su magnífica capital de Tenochtitlán (en la ubicación de la actual ciudad de México) exigían de forma masiva tributos y víctimas para los sacrificios humanos a los pueblos vecinos.

El estado inca parece que fue menos sanguinario (aunque los sacrificios humanos no eran desconocidos) y más unificado. La tarea del gobierno central se veía facilitada por una red de carreteras bien construidas, que se extendían miles de kilómetros a lo largo y a lo ancho del imperio. Sin embargo, en ninguna parte de América se usaba la rueda; el transporte se hacía a pie o —en los Andes— en la principal bestia de carga: la llama. Como ayuda para la comunicación los incas tenían un sistema de cuerdas anudadas llamadas quipu, que se usaban para contar y elaborar censos, aunque, a diferencia de la escritura maya, no parece que se desarrollase hacia un sistema de escritura más flexible.

La conquista española. Cuando los conquistadores españoles se encontraron con estas civilizaciones, quedaron sorprendidos por su magnificencia, pero también estaban preparados para explotar su superioridad tecnológica. Los indígenas no sólo carecían de la rueda, sino que sus herramientas y armas aún eran de piedra. Así, cuando se enfrentaban a los soldados españoles con yelmos y petos de acero, espadas de acero, armas de fuego y caballos, se sentían apabullados.
«Algunos de nuestros soldados preguntaban incluso si las cosas que veíamos no eran un sueño».
Bernal Díaz del Castillo, un conquistador que acompañó a Cortés, describe la reacción española ante las maravillas de la capital azteca, Tenochtitlán.

En México, el conquistador Hernán Cortés descubrió que los vecinos de los aztecas estaban deseando unirse a los españoles para atacar a sus gobernantes, cuyas demandas insaciables para los sacrificios humanos los tenían soliviantados. En poco más de un año, en 1519-1520, Cortés y poco más de un centenar de soldados españoles habían derrotado el poder de los aztecas, cuyo emperador Moctezuma creía que Cortés era una manifestación del dios Quetzalcóatl («la Serpiente emplumada») y por eso ofreció poca resistencia.

Una historia similar se desarrolló en Perú, donde Francisco Pizarro, otro aventurero español en busca de oro y poder, capitaneó a menos de 200 hombres contra los incas. En 1532 condujo al emperador inca, Atahualpa, a una trampa, masacró a su escolta de miles de hombres y capturó al emperador.

Atahualpa ofreció a Pizarro una habitación llena de oro a cambio de su liberación, pero cuando Pizarro tuvo el oro se retractó y ordenó que quemasen a Atahualpa en la hoguera. Cuando, enfrentado a la muerte, el emperador se convirtió al cristianismo, Pizarro se apiadó y lo hizo agarrotar. La conquista de Perú fue completada en 1535 con la captura de Cuzco, la capital inca. Tanto aquí como en México el nuevo poder colonial procedió a esclavizar y a forzar la conversión de sus súbditos.

La idea en síntesis:
civilizaciones milenarias fueron barridas en unos pocos años
Cronología


No hay comentarios:

Publicar un comentario